Ángeles Moreno (diablo), Catalina Martínez (flor) y Obdulia Martínez (odalisca).
Foto de estudio iluminada, atribuida a J. Vasserot, 1912.
BAILES DE SOCIEDAD Y BAILES DE
MÁSCARAS
Sabemos que desde el
siglo XVI ya se celebraban bailes de máscaras en España. Los bailes de
sociedad, que ya venían realizándose en muchos lugares de nuestro país y
Europa, llevaban en su repertorio anual el celebrar algunos de máscaras desde
finales de año hasta la llegada de la primavera, que por cierto tenían muy
buena acogida por la clase aristocrática; aparte de las crónicas, son los
grabados y las pinturas las que dan testimonio de ello. Su gran expansión
comienza a producirse en el siglo XVIII con la llegada de los Borbones, cuando
en nuestra nación hay una gran influencia social importada desde la vecina Francia, entre ellas se encontraban
los fastuosos bailes de máscaras que allí se celebraban. En España fueron las
grandes capitales, como Barcelona y Madrid, donde primero se pusieron en
marcha, siendo famosos los que se llevaban a cabo en los coliseos y ateneos,
alcanzando bastante relevancia y popularizándose desde mediados del siglo XIX
hasta entrados en el s. XX.
En nuestra localidad -como no podía ser de otra manera-
esta moda fue implantada por la clase alta y la clase media bien acomodada.
Creemos que es a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX cuando en Úbeda
comienzan a darse los primeros bailes de máscaras. Los escenarios para
llevarlos a cabo serían los mismos que en cualquier punto del país, los
coliseos o teatros, los salones de los casinos (si los había) o en las casas
palaciegas de la noble. En este sentido es en el teatro Principal donde se
verificaban estos tipos de bailes a los que podía acceder toda la ciudadanía
(que pudiera permitírselo). En los salones de los casinos, como el Casino
Antiguo o el de la Unión Ubetense, también se daban renombrados bailes de
máscaras destinados sólo a los socios. Unos años más tarde se unirían a ellos lo
del Círculo Mercantil y posteriormente el teatro Rey Alfonso o Ideal Cinema. El
escenario natural que ofrecían los teatros era más espectacular que el de los
casinos, debido a sus dimensiones y su estructura, sin embargo éstos fueron
perdiendo fuerza, entre otras cuestiones porque existía el inconveniente de
quitar todas las butacas del patio para convertirlo en la pista de baile. En
momentos puntuales veremos que en algún que otro hotel también se organizaron
bailes, a los que habría que sumar los muchos que se hicieron en el Café
Daniel.
Con
anterioridad a los bailes de máscaras ya se celebraban otros que ocupaban
diferentes fechas en el calendario, siendo estos más recatados y pudorosos, a
los que llamaban bailes de sociedad. Para nuestra local aristocracia, fueron
muy renombrados los que organizaban los Marqueses de Bussianos en su palacio de
la calle Trinidad. También hay referencias de celebrase bailes en el palacio de
los Montilla.
Los
salones de baile estaban decorados con temas alusivos a la celebración, en el
caso del Carnaval abundaban las serpentinas, piñatas, faroles de papel y
cartón, tapices, mantones de Manila y una iluminación especial. Las orquestas
estaban compuestas por un puñado de músicos profesionales que interpretaban lo
más destacado de cada época, como la Carioca, el Foxtrot, el Rigodón, la Mazurca,
el Tango, el Chotis, la Polka, el Vals, el Charlestón, el Pasodoble, incluso las
Sevillanas. Todo siempre vertebrado por la batuta de un director.
En ellos se huía de la vulgaridad y se lucían elegantes
disfraces con antifaces de seda. La gran invitada por excelencia sería la
lentejuela. En cuanto a las bebidas se disfrutaría con el Champán, el Jerez o
la Zarzaparrilla.
Aquellos
bailes de máscaras que tanta fama tuvieron para una selecta parte de la
sociedad ubetense y de algunas poblaciones limítrofes, se mantuvieron -con
bastante notoriedad- hasta su desaparición definitiva al estallar la guerra.
Como veremos más adelante, Úbeda en Carnaval llegó a tener mucho renombre y se
convirtió en un reclamo para forasteros, un negocio para las compañías de
teatro y un destino para pasar unos días de diversión todas aquellas familias
pudientes que se encontraban fuera de ella. Las fiestas de Carnaval tendrían
tanta o más repercusión que la feria y por supuesto que la Semana Santa. En la
actualidad se organizan bailes de Carnaval, pero es lo que menos se ejerce, el
baile.
Extraído
del libro en preparación: HISTORIA DEL CARNAVAL EN ÚBEDA.
JASA
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