


Así fue. Ayer todos los negocios de la ciudad estaban cerrados y los organismo oficiales también. Y los vecinos de Úbeda se echaron a la calle, principalmente se les vieron por las vías céntricas llegando el río de personas –incluso- hasta un paraje a las afueras conocido como el “Cerrillo del Aire” y como daba la casualidad que allí estaba instalado el real de la feria, pues allí se quedaron todo el día para seguir reivindicando la holganza en este día. Por la mañana, el alcalde hubo de abandonar la procesión para enfrentarse el solo a los “Piquetes convencitivos” que había arribado hasta la Casa del Pueblo. Mientras tanto, los servicios mínimos se afanaban en limpiar los papelillos que graciosamente habían esparcido por toda la ciudad los integrantes de la cabalgata. También vimos a muchos jubilados que no quisieron darnos la cara y nos mostraron su parte trasera. Ya no cuento más nada que me duele la cabeza.