Y NOS FUIMOS A LOS TOROS

El día de San Miguel quise hacer patria llevando a parte de mi familia a los toros, junto con una agregada de los Países Bajos (aunque ella es todo lo contrario, me refiero por la estatura). Vi al señor Litri que encabezada la gran Agrupación Musical Ubetense y como gesto de buen rollo, quiso pasear mi sombrero de paja por la calle Nueva; bueno se quedará nueva cuando acaben las obras, que por cierto no sé por dónde va a discurrir la conducción de los imbornales (alcantarillas para el agua de lluvia). Como decía, quise que se pusiera el sombrero, pero el protocolo no se lo permitía y sólo lo paseó en la mano. Algo es algo. Sin embargo las gafas de CQC sí que las llevaba puestas. Poco peso tiene este blog aún. Tiempo al tiempo. Foto 1ª
Del gesto que tuvo en la plaza de toros el paisano linarense Curro Díaz, voy a hacer unas personales valoraciones, porque no puedo callar que esas hechuras y formas de actuar son las que hacen a los hombres grandes o pequeños y él, en la primera corrida de toros, bajó a lo más profundo. Le negó a un subalterno que hiciese el paseillo junto a él (al haberle sido concedida una oreja de lástima) porque éste falló con la puntilla e hizo que el toro se levantara. Dejó al peón la responsabilidad de hacer lo que él no supo hacer bien y querer evitar el descabello porque parece que ahí el “maestro” no anda muy fino. Y no sólo eso, sino que después obligó al puntillero que abandonara el callejón bajo algunas amenazas. El pueblo que es sabio y sabe que estamos en el siglo XXI, recriminó a Curro su denigrante comportamiento y mala educación con un fuerte abucheo y una buena ovación de silbidos. Para mí, si otro año viene en los carteles, a esa corrida no asisto; y el caso es que me caía bien cuando salía por televisión.

JASA